jueves, 24 de septiembre de 2009

LA PENA Y EL PERDON

Sabemos que tenemos un cuerpo físico envuelto por cuerpos más sutiles o cuerpos energéticos. Supongamos que intentamos perdonar a alguien. La herida que nos ha producido ha quedado impresa en nuestros cuerpos y mucha energía emocional gravita en torno a ella.

Supongamos que sufrimos un abandono de niños, digamos a los cinco años. La energía emocional de nuestro dolor fue entonces reprimida y sepultada en el inconsciente. Esto no ha impedido que ese núcleo siga latiendo todo el tiempo. En algunos casos esa energía se abre camino hasta el cuerpo físico y al cabo de los años se densifica en una enfermedad física y de todas formas produce un patrón de repetición en nuestras vidas. Alguien que sufrió un abandono en la niñez, volverá a experimentar el abandono varias veces en su vida hasta alcanzar un despertar, es decir la consciencia de que se trata de una experiencia voluntaria que encierra un regalo anímico.

Lo que aparece como una flor en el dibujo es la herida con la energía emocional que gravita en cada historia de victima. Con las herramientas del Perdón Radical no ponemos el dedo sobre la herida ni tocamos a la historia de victima que la envuelve. Colapsamos el campo energético emocional que gravita alrededor de la herida. En cuanto desligamos la energía que alimentaba la historia de victima, esta tiende a marchitarse.

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