sábado, 17 de octubre de 2009

EL EVANGELIO DE HOY

sábado 17 Octubre 2009
Sábado de la Vigésimoctava semana del Tiempo Ordinario

San Ignacio de Antioquía



Leer el comentario del Evangelio por
Carta de la Iglesia de Esmirna sobre sus mártires : «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte»

Lecturas

San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.
En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a
su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la
justicia que procede de la fe.
Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa
herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los
descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también
los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común,
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham
es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a
los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen.
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de
muchas naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia.


Salmo 105(104),6-7.8-9.42-43.
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos.
El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil
generaciones,
del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac:
El se acordó de la palabra sagrada, que había dado a Abraham, su servidor,
e hizo salir a su pueblo con alegría, a sus elegidos, entre cantos de
triunfo;


Lucas 12,8-12.
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres,
el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante
los ángeles de Dios.
Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al
que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las
autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,
porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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