Un discípulo le preguntó a su maestro:
— ¿Hay algo que yo pueda hacer para llegar a la iluminación?
— Tan poco como lo que puedes hacer para que amanezca porlas mañanas.
— Entonces, ¿para qué sirven los ejercicios espirituales que tú mismo recomiendas?
— Para estar seguro de que no estás dormido cuando el sol comience a salir.
Cuento tomado del libro “¿Quién puede hacer que amanezca?”, de Anthony de Mello.
Hace 5 años
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