lunes, 5 de octubre de 2009

EL EVANGELIO DE HOY

lunes 05 Octubre 2009
Lunes de la Vigésimoseptima semana del Tiempo Ordinario

San Plácido , Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y administrador apostólico de Toledo, Beato Eustaquio Kugler



Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes : Cristo, el buen Samaritano

Lecturas

Jonás 1,1-17.2,1.11.
La palabra del Señor se dirigió a Jonás, hijo de Amitai, en estos términos:

"Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y clama contra ella, porque
su maldad ha llegado hasta mí".
Pero Jonás partió para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor. Bajó
a Jope y encontró allí un barco que zarpaba hacia Tarsis; pagó su pasaje y
se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del Señor.
Pero el Señor envió un fuerte viento sobre el mar, y se desencadenó una
tempestad tan grande que el barco estaba a punto de partirse.
Los marineros, aterrados, invocaron cada uno a su dios, y arrojaron el
cargamento al mar para aligerar la nave. Mientras tanto, Jonás había
descendido al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente.
El jefe de la tripulación se acercó a él y le preguntó: "¿Qué haces aquí
dormido? Levántate e invoca a tu dios. Tal vez ese dios se acuerde de
nosotros, para que no perezcamos".
Luego se dijeron unos a otros: "Echemos suertes para saber por culpa de
quién nos viene este desgracia". Así lo hicieron, y la suerte recayó sobre
Jonás.
Entonces le dijeron: "Explícanos por qué nos sobrevino esta desgracia.
¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo
perteneces?".
El les respondió: "Yo soy hebreo y venero al Señor, el Dios del cielo, el
que hizo el mar y la tierra".
Aquellos hombres sintieron un gran temor, y le dijeron: "¡Qué has hecho!",
ya que comprendieron, por lo que él les había contado, que huía de la
presencia del Señor.
Y como el mar se agitaba cada vez más, le preguntaron: "¿Qué haremos
contigo para que el mar se nos calme?".
Jonás les respondió: "Levántenme y arrójenme al mar, y el mar se les
calmará. Yo sé muy bien que por mi culpa les ha sobrevenido esta gran
tempestad".
Los hombres se pusieron a remar con fuerza, para alcanzar tierra firme;
pero no lo consiguieron, porque el mar se agitaba cada vez más contra
ellos.
Entonces invocaron al Señor, diciendo: "¡Señor, que no perezcamos a causa
de la vida de este hombre! No nos hagas responsables de una sangre
inocente, ya que tú, Señor, has obrado conforme a tu voluntad".
Luego, levantaron a Jonás, lo arrojaron al mar, y en seguida se aplacó la
furia del mar.
Los hombres, llenos de un gran temor al Señor, le ofrecieron un sacrificio
e hicieron votos.
El Señor hizo que un gran pez se tragara a Jonás, y este permaneció en el
vientre del pez tres días y tres noches.
Entonces el Señor dio una orden al pez, y este arrojó a Jonás sobre la
tierra firme.


Jonás 2,2.3.4.5.8.
Entonces Jonás oró al Señor, su Dios, desde el vientre del pez,
diciendo: "Desde mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió; desde el
seno del Abismo, pedí auxilio, y tú escuchaste mi voz.
Tú me arrojaste a lo más profundo, al medio del mar: la corriente me
envolvía, ¡todos tus torrentes y tus olas pasaron sobre mí!
Entonces dije: He sido arrojado lejos de tus ojos, pero yo seguiré mirando
hacia tu santo Templo.
Cuando mi alma desfallecía, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta
ti, hasta tu santo Templo.


Lucas 10,25-37.
Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a
prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en
ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda
tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como
a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta
pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de
todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de
largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se
conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino;
después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se
encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue,
diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado
por los ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo:
"Ve, y procede tú de la misma manera".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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