jueves, 20 de agosto de 2009

EL PECADO Y LAS RELIGIONES (de Paulo Coelho)


Cristianismo: La partida de ajedrez

Dijo el joven al sacerdote zen: “Me gustaría entrar en el monasterio, pero nada de lo que he aprendido es importante. Todo lo que mi padre me enseñó es a jugar al ajedrez, algo que no sirve para alcanzar la iluminación.”

El sacerdote pidió que le trajeran un tablero, llamó a un monje y le ordenó que jugara con el muchacho, añadiendo: “el que pierda, morirá.”

El joven se dio cuenta de que estaba luchando por su vida, y el tablero se convirtió en el centro del mundo. Sin embargo, como conocía todas las estrategias, enseguida vio que el monje iba a perder. Se preparaba para el golpe final, cuando observó la miraba de santidad de su adversario. Comenzó a cometer errores a propósito; prefería morir, pues el monje podría ser más útil a la humanidad.

De repente, el sacerdote tiró el tablero al suelo.

"Has aprendido más de lo que te enseñaron,” dijo. “Sabes que el camino de la luz no está hecho sólo de concentración, sino también de compasión. Te acepto como mi discípulo.”

Judaísmo: Perdonando con el mismo espíritu

El rabino Nahum de Chernóbil vivía siendo ofendido constantemente por un comerciante. Un día los negocios de este último comenzaron a andar muy mal.

“Debe de ser el rabino, que está pidiendo venganza a Dios”, pensó. Y fue a pedir disculpas a Nahum.

Yo te perdono con el mismo espíritu que tú me has perdonado – respondió el rabino

Pero las pérdidas de aquel hombre continuaron creciendo cada vez más, hasta quedar completamente arruinado. Los discípulos de Nahum, horrorizados, fueron a preguntarle sobre lo ocurrido.

-Yo lo perdoné, pero él siguió odiándome desde el fondo de su corazón – dijo el rabino -. Por eso, su odio fue contaminando todo lo que hacía, y el castigo de Dios se hizo aún más duro de lo que ya era.

Islam: dónde está Dios

En una pequeña aldea de Marruecos, un imán contemplaba el único pozo de toda la región. Otro musulmán se aproximó:

– ¿Qué hay allí dentro?

–Ahí está escondido Dios.

– ¿Que Dios está escondido dentro de este pozo? ¡Eso es pecado! Lo que usted está viendo debe de ser una imagen que los infieles dejaron ahí.

El imán le pidió al otro que se acercase y se asomase al borde. Reflejado en el agua, éste pudo ver su propio rostro.

– ¡Pero si ése soy yo!

– Exactamente. Ahora ya sabes dónde se esconde Dios.

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