sábado 01 Agosto 2009
Sábado de la Decimoseptima semana del Tiempo Ordinario
San Serafin de Sarov
Leer el comentario del Evangelio por
Diádico de Foticé : « El que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna »
Lecturas
Levítico 25,1.8-17.
El Señor dijo a Moisés sobre la montaña del Sinaí:
Deberás contar siete semanas de años - siete veces siete años - de manera
que el período de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y
nueve años.
Entonces harás resonar un fuerte toque de trompeta: el día diez del séptimo
mes - el día de la Expiación - ustedes harán sonar la trompeta en todo el
país.
Así santificarán el quincuagésimo año, y proclamarán una liberación para
todos los habitantes del país. Este será para ustedes un jubileo: cada uno
recobrará su propiedad y regresará a su familia.
Este quincuagésimo año será para ustedes un jubilo: no sembrarán ni segarán
lo que vuelva a brotar de la última cosecha, ni vendimiarán la viña que
haya quedado sin podar;
porque es un jubileo, será sagrado para ustedes. Sólo podrán comer lo que
el campo produzca por sí mismo.
En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad.
Cuando vendas o compres algo a tu compatriota, no se defrauden unos a
otros.
Al comprar, tendrás en cuenta el número de años transcurridos desde el
jubileo; y al vender, tu compatriota tendrá en cuenta el número de los años
productivos:
cuanto mayor sea el número de años, mayor será el precio que pagarás; y
cuanto menor sea el número de años, menor será ese precio, porque lo que él
te vende es un determinado número de cosechas.
No se defrauden unos a otros, y teman a su Dios, porque yo soy el Señor, su
Dios.
Salmo 67 (66),2-3.5.7-8.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las
naciones.
Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con
justicia y guías a las naciones de la tierra.
La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra.
Mateo 14,1-12.
En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes,
y él dijo a sus allegados: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de
entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a
causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,
porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla".
Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan
un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en
público, y le agradó tanto a Herodes
que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza
de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados,
ordenó que se la dieran
y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la
presentó a su madre.
Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después
fueron a informar a Jesús.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Hace 4 años
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