sábado, 18 de julio de 2009

EL EVANGELIO DE HOY

sábado 18 Julio 2009
Sábado de la Decimoquinta semana del Tiempo Ordinario

San Arsenio,, Beato Bartolomé de los Mártires Fernandes, Santa Marina



Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : « Las naciones ponen toda su esperanza en su nombre »

Lecturas

Exodo 12,37-42.
Los israelitas partieron de Ramsés en dirección a Sucot. Eran unos
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar sus familias.
Con ellos iba también una multitud heterogénea, y una gran cantidad de
ganado mayor y menor.
Como la pasta que habían traído de Egipto no había fermentado, hicieron con
ella galletas ácimas. Al ser expulsados de Egipto no pudieron demorarse ni
preparar provisiones para el camino.
Los israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años.
Y el día en que se cumplían esos cuatrocientos treinta años, todos los
ejércitos de Israel salieron de Egipto.
El Señor veló durante aquella noche, para hacerlos salir de Egipto. Por
eso, todos los israelitas deberán velar esa misma noche en honor del Señor,
a lo largo de las generaciones.


Salmo 136,1.23-24.10-12.13-15.
¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

al que en nuestra humillación se acordó de nosotros, ¡porque es eterno su
amor!
y nos libró de nuestros opresores, ¡porque es eterno su amor!
Al que hirió a los primogénitos de Egipto, ¡porque es eterno su amor!
y sacó de allí a su pueblo, ¡porque es eterno su amor!
con mano fuerte y brazo poderoso, ¡porque es eterno su amor!
Al que abrió en dos partes el Mar Rojo, ¡porque es eterno su amor!
al que hizo pasar por el medio a Israel, ¡porque es eterno su amor!
y hundió en el Mar Rojo al Faraón con sus tropas, ¡porque es eterno su
amor!


Mateo 12,14-21.
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de
acabar con él.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los
curó a todos.
Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer,
para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta
mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a
las naciones.
No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga
triunfar la justicia;
y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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