sábado, 25 de julio de 2009

EL EVANGELIO DE HOY

sábado 25 Julio 2009
Santiago, apóstol, Patrón de España - Solemnidad

Santiago Apóstol



Leer el comentario del Evangelio por
Eusebio de Cesarea : El martirio de Santiago, apóstol

Lecturas

San Pablo a los Corintios 2 4,7-15.
Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea
bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.
Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no
desesperados;
perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados.
Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la
muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro
cuerpo.
Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de
Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne
mortal.
De esa manera, la muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida.
Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y
por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos.
Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con
él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.
Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el
número de los que participan en la acción de gracias para gloria de Dios.


Salmo 126(125),1-2.3.4-5.6.
Canto de peregrinación. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos
parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los
mismos paganos decían: "¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!
¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones.
El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.


Mateo 20,20-28.
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus
hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos
se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo
beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse
a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos
puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las
naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande,
que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y
dar su vida en rescate por una multitud".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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